lunes, 29 de noviembre de 2010

La soledad de los números primos

Autor: Paolo Giordano
Año: 2009

(Mattia) Deseó decirle que también le gustaba (estudiar) porque era algo que podía hacer solo, porque lo que uno estudia son cosas sabidas, muertas, frías; porque las páginas de los libros de clase tienen todas la misma temperatura, lo dejan elegir a uno, nunca hacen daño ni uno puede hacerles daño a ellas...

Los demás invitados estaban repartidos en grupitos por todo el salón. La mayoría de los chicos balanceaban rítmicamente la cabeza adelante y atrás, y las chicas dejaban vagar la mirada. Algunos tenían un vaso en la mano. Unos seis o sieta bailaban al son de A question of time . Mattia se preguntó cómo no les daba vergüenza moverse de aquel modo delante de todos, aunque luego pensó que era lo más natural del mundo, y por eso precisamente él era incapaz de hacerlo.

Mattia: Te acostumbrarás, al final ni repararás en él.
Alice: ¿Y cómo, si lo tendré siempre a la vista?
Mattia: Por eso, por eso mismo dejarás de verlo.

Los números primos sólo son exactamente divisibles por 1 y por sí mismos. Ocupan su sitio en la infinita sere de los números naturales y están, como todos los demás, emparedados entre otros dos números, aunque ellos más separados entre sí. Son números solitarios, sospechoso, y por eso encantaban a Mattia, que una veces pensaba que en esa serie figuraban por error, como perlas ensartadas en un collar, y otras veces que también ellos querrían ser como los demás, números normales y corrientes, y que por alguna razón no podían. Esto último lo pensaba sobretodo por la noche, en ese estado previo al sueño en que la mente produce mil imágenes caóticas y es demasiado débil para engañarse a sí misma.

Mattia pensó que nada bueno había en tener una cabeza como la suya, que con ganas se la habría arrancado y sustituido por otra, incluso por una caja de galletas siempre que estuviera vacía y fuera ligera. Quiso contestar que sentirse especial era una jaula, lo peor que podía pasarle a uno, pero se abstuvo.

Denis le había dicho que los primeros contactos siempre son los mismos, como las aperturas de ajedrez. No es preciso inventar nada, porque ambos buscan lo mismo. Después el juego sigue su propio derrotero y es entonces cuando se necesita estrategia.

Recordaba (Alice), sí, aquel momento, pero había olvidado muchos otros, porque el recuerdo de las personas que no amamos es superficial y se evapora pronto.

1 comentario:

  1. ayer vi la película, hace unos años había leído el libro. Descubro los personajes en la verguenza y ese castigo deforado del destino con el que además cual tragedia griega condena a los personajes a aquello que buscaban evitar: el rechazo, la soledad...
    el fracaso de ambos frente a la exigencia de sus padres, y ese castigo divino, y brutal...
    Mattia se autoinflinge la condena de la exclusión, se aísla, Alice, en cambio, lucha contra ella y allí se estrella una y mil veces ahogándose en su destino
    Alice quien no pudo controlar su cuerpo y se hizo pis encima, lucha por controlar su cuerpo toda su vida, lucha por hacerlo desaparecer en su anorexia implacable
    Mattia se castiga marcando su cuerpo autoinflingiendose cortes.
    Ninguno le teme al dolor...
    Sus cuerpos son gritos desesperados
    Esa soledad que los une es la misma que impide el contacto, los personajes se reconocen en ese dolor que les hace imposible encontrarse, pero tal vez no...

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